El cooperativismo es, según se ha dicho repetidas veces, quizás y ante todo cómo saber llevar con equilibrio y buenos resultados la dicotomía del yo y el nosotros. Viene a cuento recordar esto por los signos cada vez más preocupantes que aparecen en esta denominada “era de la información” (Manuel Castells) acerca de la desaparición del nosotros y el reclamo poco menos que absoluto del yo. Como educadores y cooperativistas pensamos desde Ucetam que tenemos una doble responsabilidad ante esta especie de inundación de autoestima.
Deportistas, políticos, periodistas, profesores, usuarios anónimos de Instagram…, todos en general parece que vivimos dentro de una edad de oro del yoísmo, hasta el punto de que el narcisismo empieza a verse no como un defecto, sino como una conducta normalizada. Tanto es así que un ególatra llega a la Casa Blanca y… no solamente no pasa nada, sino que sigue la fiesta.
Muchos factores convergen en esta explosión: una cultura mediática superficial, la misma internet y hasta las facilidades crediticias que facilitan o espolean cualquier objetivo yoísta. Sin embargo, como educadores debemos fijarnos sobre todo en la responsabilidad que la educación tiene en esta Babel individualista por la que deambulamos.
Un ejemplo. Si buscamos la expresión “cómo quererse a uno mismo”, se nos vienen encima 4,5 millones de resultados. Insistimos, como educadores y como cooperativistas que defienden el equilibrio y la sinergia del yo con el nosotros, estamos ante un serio problema.
No se trata de que la solución frente a la obesidad sea la anorexia, en absoluto estamos proponiendo eso. Estamos hablando de que para alguien que está en procesos de aprendizaje los sentimientos de superioridad, la falta de empatía, la manipulación de los demás, la hipersensibilidad ante la crítica… son tremendas amenazas que interrumpen y hasta truncan esos procesos de aprendizaje. Comienza a haber ya expertos que alertan sobre este yoísmo o narcisismo exacerbado, y se habla de él como del “mal oculto del siglo XXI”. El mencionado presidente, el que en teoría es la persona más poderosa del mundo, dijo hace unos días: “Enséñame a alguien que no tenga ego y te enseñaré a un pringado”.
Se acude —y hasta se abusa— con demasiada facilidad a la escuela para que nos rescate de defectos psicológicos y sociales que son muchas veces responsabilidad de muchos y diversos agentes sociales. Esta vez creemos que está más que justificado. La escuela debe ser un bombero responsable y hasta heroico ante los fuegos desatados por este yoísmo que avanza en cualquier faceta de nuestras vidas. Y la escuela cooperativa —o el aprendizaje cooperativo, para ser más exactos— es el instrumento más adecuado para ejercer esa lucha y esa responsabilidad.
Ponemos otro ejemplo para terminar esta reflexión. En España el paradigma del narcisismo tal vez no sea un personaje público, sino un programa de televisión: Gran Hermano. 18 ediciones, más que en ningún otro país, ha celebrado lo que en su momento se vendió como un experimento sociológico. No culpabilicemos en exceso a los media y añadamos eso de “hay que ver cómo estropea a veces la audiencia a los medios de comunicación”…
Fernando Fernández Blanco. Presidente de Ucetam
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