El catedrático de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid Mariano Fernández Enguita y el director general de Becas y Ayudas al Estudio de la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid, Ismael Sanz Labrador, vertebraron con sus intervenciones la Jornada sobre Política Educativa que el día 31 de enero organizó UCETAM.
Bajo el título Presente y futuro de las reformas educativas en el ámbito autonómico y nacional, sus intervenciones estuvieron precedidas por las palabras de bienvenida de Fernando Fernández Blanco, presidente de UCETAM, y la presentación de José María de Moya, director de Magisterio, que también moderó el coloquio posterior y las preguntas del público.
José María de Moya introdujo el acto con un repaso a las leyes educativas -las que «implantaron un paradigma» (LODE y LOGSE) y las que «rectificaron algunos de sus excesos» (LOPEG y LOE)»- y al momento actual, «de caos», con las pretensiones de derogar la LOMCE. Pasó después el periodista a presentar a los dos participantes, Mariano Fernández Enguita, un pensador «transversal, lo cual provoca, desconcierta», e Ismael Sanz, «en esa corriente que quiere basar todo en evidencias empíricas».
Enguita, efectivamente, ratificó con sus palabras su presentación, desde sus primeras palabras hasta su cierre: «La escuela que tenemos ya no funciona. A un ecosistema social nuevo le corresponde un microecosistema en el aula también nuevo. El mundo es otro y la escuela debe responder a eso”. Sanz, por su parte, insistió en varias ocasiones en la idea de que, en muchas ocasiones «no hacen falta leyes, sino dejar que la autonomía de los centros funcione y hacer pequeños ajustes». Éste es un pequeño resumen de sus intervenciones:
Mariano Fernández Enguita
Sobre las reformas educativas, Enguita reclamó: «Lo primero que hay que hacer es buscar un terreno de acuerdo, y sobre todo uno en el que manejar los desacuerdos«. Un terreno que se juega en siete puntos esenciales, a saber: el de la red pública y privada; el de la «laicidad ecuménica», la «ciudadanía plurinacional», la «comprensividad excepcionable», el «crecimiento educativo sostenible», la autonomía de los centros, y el «refuerzo y la revalorización» de la profesión docente.
«Si tuviera que hacer el sistema educativo desde cero», empezó a desgranar el catedrático, «probablemente lo haría público en su titularidad y con profesores no funcionarios. Pero no partimos de cero», señaló, para añadir que la regulación de la concertada es necesaria, pero sobre acuerdos básicos «no sólo con los directores, sino con el público, padres, profesores».
«Podemos tener una escuela en la que conviva la enseñanza laica en una escuela ecuménica», comentó sobre el segundo de los puntos, así como un sistema en el que “la mayoría de la gente debe poder acabar la ESO, pero engañarse con decenas de miles de alumnos [que no lo consiguen] no es un error, es un crimen. Hay que hacer posible que esas familias puedan decidir”.
Reclamó también Enguita “repensar todo el modelo escolar”: “La productividad en todos los sectores ha aumentado enormemente, pero en la educación no. Siempre estamos con las ratios, que es una fórmula maldita. Hay cosas que yo como profesor puedo hacer con 500 alumnos, y otras en las que lo contrario”. Un modelo escolar en el que, además, “la asignatura pendiente no es tanto la evaluación como la transparencia. Que veamos lo que hacen otros profesores, lo que se hace en los centros, en vez de tener aulas cerradas”.
Por último, “toda la música sobre dignificar la profesión docente no tiene sentido en campañas publicitarias”, señaló Enguita, que defendió “hacer más exigente el ingreso y el tránsito del profesorado. Mantener mecanismos de formación continua y crear unas condiciones de trabajo en las que el profesor no acuda a su aula y se vaya: tiene que estar el mayor tiempo posible con otros profesores. Si no se refuerza la profesión no se revaloriza”.
“Sobre estos siete aspectos habría que llegar a un compromiso, aunque no creo que se pueda. Por eso habrá que ir a pactos”, concluyó el catedrático.
Ismael Sanz Labrador
El director general de Becas y Ayudas al Estudio de la Comunidad de Madrid arrancó su intervención recalcando que en la educación en España “siempre ha habido demasiadas ocurrencias y poca evidencia. Sin embargo, también los aspectos cualitativos son muy importantes. Es clave conocer el día a día de los centros, de los directivos, de los docentes, y añadir esa información a los datos cuantitativos”.
Sanz ofreció datos de los informes PISA, PIRLS, etc., que avalan “que la Comunidad de Madrid está por encima de la media de España”. E insistió en una idea central: “En muchas ocasiones no hacen falta leyes, sino dejar que la autonomía de los centros funcione y hacer pequeños ajustes. No entorpecer las decisiones y los proyectos que asumen los centros cada día, sino apoyarlos”.
Como ejemplo, Sanz citó el del alto porcentaje de alumnos repetidores que, sin embargo, aprueba PISA: “Qué se puede hacer ahí? Con una visión más intervencionista, se obligaría a los centros a bajar la tasa de repetidores. Nosotros, sin embargo, les proporcionamos la información para que ellos la valoren. Y de hecho esa tasa está disminuyendo en la Comunidad”.
Sin embargo, ese “dejar hacer” a los centros, debe ir, en opinión de Sanz, unido a la evaluación, al control “a través de pruebas, de que hay un aprendizaje real, que las cosas dan resultado, que funcionan”.
Sanz sostuvo que esa autonomía de los centros “es la gran diferencia de la Comunidad de Madrid”, en la que hay “una enorme diversidad de centros, y eso es lo que hace posible la libertad de elección”. Una libertad que es, para él, “una clara apuesta de la Comunidad. La red de centros concertados es complementaria”. En este sentido, Sanz quiso agradece a las cooperativas de enseñanza “la contribución que hacen al sistema educativo madrileño”.